viernes, 20 de diciembre de 2013

Acción de Gracias

Tres mementos otoñales de un 20 de Diciembre

Uno
Memento de oración

En este otoñal veinte de Diciembre, postrero y triste, viene a mi memoria una bella Acción de Gracias, consuelo para mi alma agnóstica afligida. Bien vale la pena un alto en el camino y dedicar un momento a un memento de oración.

Mis padres tenían la costumbre, como quizás tengáis también algunos de vosotros mayores míos periféricos y concéntricos, de acabada la Misa Santa permanecer en el oscuro silencio de la iglesia frente al Cristo sacramentado dedicando unos minutos a sus personales Acciones de Gracias. Frente a la letanía sonora monótona de la oración de beata vieja, la de mis progenitores era susurro afónico e íntimo de canción de cuna, delicada y dulce, aleccionadora del hijo que está a su lado sentado estático en el banco, camaleón gesticular incapaz de que brote de él palabra alguna de agradecimiento.
Algo así sonaba aquel momento de memento, musical y armonioso:

Gracias Señor, por convertirte en pan y vino infinito y saciar el hambre y la sed de nuestras almas.
Gracias Dios, por amarnos hasta el extremo en el que se puede amar: la Muerte, dar la Vida por los demás.
Gracias Padre, por permitirnos ser Uno Contigo, y querer para el Hombre una única comunidad de Amor.
Gracias Omnipotente, por tu Perdón y por tu Auxilio, por los cuales todos los días puedo volver a empezar, dejando atrás mis miserias, errores y fracasos y avanzar en la búsqueda de la Verdad.

La grandeza de este acto personal de Acción de Gracias la percibía el niño que era yo entonces en los gestos postrados, la actitud de sumisión y las bondades de los rostros. ¿Sabéis de qué os hablo, verdad? Para papá y mamá era un momento de especial recogimiento espiritual, extático y de solicitud de algún que otro necesario favorcillo divino. Seguro que ninguno para ellos mismos.

Puede que desde el Azul, en estos precisos instantes, estén Luis y Carmen haciendo sus mementos de oración. Únase quién en su estado de ánimo pueda y quiera:

…….
¡Oh, Tú, Señor, Dios, Padre Omnipotente!
¡Oh, Tú, Muerte y Vida, Uno Contigo, Hombre, Amor, Perdón, Auxilio, Verdad!
¡Oh Tú, Dios lejano, Esencia espiritual que me contienes!
¡Oh, Tú, cercano Dulce Niño Jesús!
Escucha ésta mi plegaria.

En este otoñal veinte de Diciembre, postrero y triste, consuelo de alma agnóstica afligida, sea mi forma este año gris de calamidad, de desearos a todos, familiares y amigos, periféricos y concéntricos, una Blanca y Feliz Navidad.
Amén.


Dos
Memento poético de soplo de aura geométrico y arrítmico
(Acción de Gracias sin pavo)

El padre duerme
la hija lee
la madre canta

Una paloma aterida de frío observa
desde el alféizar de la ventana

El padre dormita.
Muy caballero él,
con su elegante pañuelo
protector de gargantas,
y la bata azul de rombos,
que es su manta.
Las orejas del sillón,
y los dedos de su palanca,
le sujetan los pensamientos y los sueños.
¡Oh Tú, rayo poderoso
de sol otoñal,
que atraviesas cristales
y calientas mejillas!

El padre duerme
la hija lee
la madre canta

Una paloma aterida de frío observa
desde el alféizar de la ventana.

Sueña el padre con el abuelo
desconocido de sus hijos,
y con la sufrida madre
que en tiempos de miseria lo tuvo.
Sueña el padre
un sueño imposible.
Todos reunidos en la misma mesa.
Coro familiar navideño,
voces afinadas en melodiosa
y eterna sinfonía.
¡Oh Tú, rayo poderoso de
sol otoñal,
que atraviesas cristales
y calientas mejillas!

El padre duerme
la hija lee
la madre canta

Una paloma aterida de frío observa
desde el alféizar de la ventana

La hija lee recostada.
Nariz intelectual de
gafas apoyadas
en la punta de la montaña.
El libro abierto en el regazo.
El gesto femenino.
Romántica historia de amores
en que relato e imaginación,
toman caminos divergentes.
El amante del libro dice una cosa,
el de su corazón, que vuela libre, otra.

El padre duerme
la hija lee
la madre canta
 
Una paloma aterida de frío observa
desde el alféizar de la ventana.
 
Cae el libro de su regazo
y las gafas de su montaña.
Tras el carnaval,
ya sin las máscaras,
los cuerpos desnudos
del arlequín y la bailarina
se funden en uno
en carnal abrazo.
Un soplo de besos románticos,
mecen la seda de la bailarina
que aún no sabe del último viaje.
Le duele la cabeza y llora
abrazando al hijo,
que nunca nacerá de su vientre.
Pobre sombra de bailarina,
vena frágil al dolor de amor.
Danza y danza en tus nuevos prados verdes.
El paraguas del Azul proteja tu cabeza.

El padre duerme
la hija lee
la madre canta

Una paloma aterida de frío observa
desde el alféizar de la ventana.
 
La virgen María, entre cortina y cortina,
se peina en la cocina.
La madre canta.
Gruesas rebanadas de pan de ayer
mueren ahogadas en leche y huevo.
Mientras, alguien se asoma a la ventana
y ve al Niño Dios en la cuna.
La madre canta.
El aceite está a punto. Hierve de amor.
Tarde otoñal de placeres culinarios maternales.
Un perfume de canela y limón se filtra
entre los sueños.
¡Oh, Tú, la que conoce los duendes
que curan el dolor de tripa
con masajes amorosos
y ungüentos mágicos!
¡Oh Tú, la que conoce payasos
que quitan el miedo¡
¡Oh Tú, la que conoce al Niño rubio que es
Rey de pobres!

El padre duerme
la hija lee
la madre canta

Una paloma aterida de frío observa
desde el alféizar de la ventana.

¿Una voz andaluza en
cocina castellana?
Malagueña salerosa, biznaga, azahar,
miel, limón, drupa sabor hojiblanco.
Melodía tonal de aromas andaluces.
Malagueñas, sevillanas, soleares y seguidillas.
Trino al que envidian los pájaros cantores.
Pena, alegría, risa, llanto.
Palmera que subes a altas palmas.
Pintora de iglesias y angelotes negros.
Trovadora de sapos cancioneros que
cantan a la luna.
Melodía que duerme para siempre
en el panteón de mi pensamiento.
¡Una vez más, sólo una vez,
pónte la mantilla blanca,
pónte la mantilla azul!

El padre duerme
la hija lee
la madre canta
 
¿Qué haces  tú, espíritu aterido de frío,
observando curioso desde el alféizar de mi ventana?

Toc, toc.
No, aún no puedes.

 
Tres
Memento sonoro maternal antes de la despedida final y el cierre definitivo. (hiperestesia de espíritu que muere cada 20 de Diciembre)

Variante melódico sobre un mismo tema y canto final maternal a la Virgen
(tema principal: Palmero sube a la palma)


Villancico materno de soledad de otoño
(tema acompañamiento de temporada: Canción de cuna navideña)



 P.Sivón

Aprendiz de escritor, folclorista, español y extremeño (errantes), católico universal agnóstico de fe divina, buscador de verdades más o menos ciertas, y poeta inconcluso.